Hijo de un rico comerciante de telas, Pietro Bernadone,
Francisco fue uno de siete hijos. Hoy en día la gente diría que creció con una
cuchara de plata en la boca.
Aunque fue bautizado Giovanni, más tarde su padre cambió su
nombre a Francesco (en italiano). Era guapo, cortesano, ingenioso, fuerte, inteligente,
pero muy celoso. Le gustaba jugar y pelear rudo como a la mayoría de sus contemporáneos.
Las disputas locales entre pueblos, principados, ducados y demás
eran muy difundidas en esta época del siglo XII, porque el país no se unificó
sino hasta finales del siglo XIX, bajo el liderazgo de Garibaldi.
Francisco era un hombre de mundo, pero no era malo o inmoral.
Después de pasar un año como prisionero de los rivales Perugianos, que pelearon
con sus vecinos los Asisianos, Francisco decidió que por un tiempo iba a vivir
un poco más tranquilo. Un día, se encontró con un leproso en el camino, quien al
principio le causó repulsión por su olor y fealdad. Arrepentido, Francisco se
dio la vuelta, se bajó del caballo, abrazó al mendigo y le dio ropa y dinero. El
hombre desapareció de inmediato y Francisco creyó que era Cristo quien lo
visitaba bajo la forma de un mendigo.
Fue entonces a Roma para visitar la tumba
de San Pedro en donde entregó todas sus posesiones terrenales — dinero, ropa y
pertenencias— a los pobres y se vistió con los harapos de un hombre pobre. La
Dama Pobreza sería su novia. Su padre no
estaba contento por la humillación que le causó, así que se lo llevó, lo golpeó y lo encerró para que volviera a la razón.
Su madre lo ayudó a escapar para que se refugiara con un amigo obispo, pero su
padre lo encontró al poco tiempo. Sin embargo, como estaba en un lugar que era
propiedad de la iglesia, Signor Bernadone no pudo violar el santuario y forzar
a su hijo a regresar a casa. Francisco tomó lo poco de ropa que todavía le
quedaba y se la aventó a su padre diciendo: “Hasta ahora te he llamado mi padre
terrenal; de ahora en adelante sólo diré ‘Padre nuestro que estás en el
cielo’”.
En 1221, inició su propia comunidad religiosa llamada Orden
de Frailes Menores (OFM), que hoy en día se conoce como los Franciscanos.
Tomaron votos de pobreza, castidad y obediencia, pero a diferencia de los
Agustinos y los Benedictinos, que eran monjes que vivían en monasterios fuera
de los pueblos y ciudades, San Francisco y sus frailes no eran monjes, sino
mendicantes, lo que significa que mendigaban para conseguir comida, ropa y
cobijo. Lo que conseguían lo compartían entre ellos y los pobres. Trabajaron
entre los pobres en las ciudades.
Los católicos tienen la creencia de que en 1224 San Francisco
de Asís fue bendecido con el don extraordinario de los estigmas, las cinco
heridas de Cristo marcadas en su propio cuerpo.
San Francisco de Asís amaba a los pobres y a los animales,
pero más que nada amaba a Dios y a su Iglesia. Quería que todos conocieran y
experimentaran el profundo amor de Jesús que sentía en su propio corazón. Se le
atribuye la creación de dos devociones católicas: Las Estaciones de la Cruz y los Nacimientos (pesebres).
Santa Clara, la fundadora de las Clarisas Pobres y la
contraparte femenina de San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, San
Bernardino de Siena, San Buenaventura, San Lorenzo de Brindisi, San José de
Cupertino y San Maximiliano Kolbe, asesinado en Auschwitz por los Nazis durante
la Segunda Guerra Mundial, fueron todos Franciscanos.
(De Catolicismo para Dummies, (pag
347- 348)
por Rev.
John Trigilio Jr.,PhD,
y
Rev.Kenneth Brighenti,PhD
Traducido
por Rev. Luis Rafael Rodríguez-Hernández, MDiv